La marcha se produce como resultado de la acción coordinada de diversos sistemas musculares. Es un proceso de locomoción en el cual el cuerpo humano en posición erguida, se desplaza hacia delante o atrás siendo su peso soportado alternativamente por ambas piernas; un pie está en contacto con el suelo mientras el otro se balancea hacia delante como preparación al siguiente apoyo.
Varios trastornos, entre ellos enfermedades neurológicas y enfermedades musculoesqueléticas, pueden modificar las características de la marcha normal, como consecuencia de la alteración de la fuerza de los músculos que intervienen o de la coordinación que debe existir entre ellos, condicionando una marcha característica de cada situación; en ocasiones disfuncional o insegura, generando inestabilidad y aumento del riesgo de caídas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define caída como la consecuencia de cualquier acontecimiento que precipita al paciente al suelo, contra su voluntad. Las caídas, especialmente en los adultos mayores, son un problema importante de salud pública. El riesgo de caer y hacerlo más veces aumenta con la edad. La mayoría de las caídas se producen en lugares cerrados y la actividad que más favorece la caída es caminar. Aproximadamente el 10% de las caídas se producen en las escaleras, siendo más peligroso el descenso que el ascenso; los primeros y últimos escalones son los más peligrosos.
La caída en muchas ocasiones debe considerarse una señal de alerta que traduce una situación de fragilidad y, por tanto, debemos tratar de conocer las causas, las consecuencias y las circunstancias en que se ha producido. Puede ser la primera manifestación de una enfermedad aguda o de la necesidad de mejorar el patrón de marcha o el equilibrio.
Es importante enfatizar en la prevención de las caídas, con el fin de conseguir la máxima movilidad, reducir el riesgo de caídas y su morbimortalidad. Por medio de:
Prevención primaria:
– Educación para la salud: Son todas aquellas actuaciones que tienen como objetivo promover un estado físico, mental y social óptimo; así como la prevención de enfermedades, revisiones periódicas y uso correcto de ayudas externas.
– Aumento de la seguridad ambiental: Consiste en la corrección de los factores de riesgo extrínsecos.
– Detección precoz de determinadas patologías: Las alteraciones de la marcha y el equilibrio pueden ser un factor predictor de futuras caídas.
Prevención secundaria: Destinada a prevenir nuevas caídas. Su finalidad es actuar a nivel de las causas que la han generado. Incluye:
– Valoración de factores de riesgo intrínsecos (trastornos individuales), factores extrínsecos (riesgos medioambientales) y factores circunstanciales de la caída (relacionados con la actividad que se estaba realizando).
– Corrección de las causas.
Prevención terciaria: Son todas aquellas actuaciones que tratan de disminuir la incapacidad desencadenada por una caída. Podemos actuar a distintos niveles:
– Adecuado tratamiento de las complicaciones generadas por la caída.
– Rehabilitación de la marcha, fuerza, equilibrio y uso de dispositivos de asistencia.
– Enseñar a levantarse tras una caída. En muchas ocasiones, pueden encontrarse solos cuando se caen, pudiendo permanecer varias horas en el suelo antes de ser atendidos con las complicaciones que esto supone. En este sentido, resulta útil enseñar a levantarse tras una caída.
Si bien la determinación de la causa de la marcha anormal es importante, no siempre conviene implementar intervenciones para modificarla. Una marcha lenta que impresiona anormal puede permitirle a un paciente caminar en forma segura sin asistencia. No obstante, algunas intervenciones terapéuticas pueden beneficiar al paciente, como el ejercicio, el entrenamiento del equilibrio y el uso de dispositivos de asistencia para caminar.
Por estas razones, es importante tomar medidas preventivas en cuanto lo veamos necesario, seguir las recomendaciones brindadas por el personal de la salud y generar un ambiente seguro para los desplazamientos.